Hablemos de la Inseguridad Vial en Latinoamérica

Desde hace tiempo, postulo acerca de la importancia de pensar y mirar al sistema de tránsito y transporte, desde otro lugar, un lugar donde prime lo humano sobre lo técnico.

Una mirada más "humanizada" y abarcativa, que considere las particularidades de las personas, los pueblos, las culturas. Sólo si pensamos al tránsito desde el factor humano, podremos entender porqué seguimos fallando, aún cuando tengamos la mejor tecnología puesta al servicio del ser humano.

Cada país, región, ciudad y hasta sectores dentro de una misma ciudad, tienen características propias que hacen a sus sistema de tránsito, así pues, no es lo mismo, el tránsito en Berlín que en Lisboa, en Toronto que en Buenos Aires, porque cada ciudad está atravesada por su cultura, su historia, sus creencias, que irán marcando un modo de vida (y de conducirse en la vida) que se reflejará en sus sistema de Tránsito y Transporte. Estas particularidades hacen a, lo que el Psicólogo Argentino Diego Bibian llamó, los  ESTILOS VIALES.

Pero si miramos, incluso, dentro de un mismo país, veremos que los estilos de conducción, los vehículos usados, el movimiento vial, será diferente en cada región y ello se debe no sólo a las cuestiones económicas, sino también a las históricas, las geográficas, la idiosincrasia de cada lugar.

Para que me entiendan, si observamos países como Brasil o Argentina (países de gran extensión geográfica) encontraremos que la concentración de personas se dan en determinadas regiones, marcando la primer diferencia dentro de un país. También veremos que las economías regionales son diferentes, provocando ello, que el acceso a determinados vehículos en mejores condiciones o mayor tecnología incorporada, sea desigual; a esto sumemos el sistema de transporte público y los sistemas de carreteras existentes y quedará claro que la realidad es diferente en cada región. Estas diferencias irán determinando el modo de conducción de sus usuarios frecuentes. No olvidemos considerar las cuestiones culturales, geográficas y climáticas que irán marcando un rumbo, todo ello, asociado al pensamiento mágico que tienen los seres humanos, el pensamiento del "a mí no me va a pasar". Pensamiento muy frecuente en latinoamerica.

Lo anteriormente planteando, me lleva a pensar... ¿No es ésto un combo mortal, que va sentenciando a nuestras futuras poblaciones? ¿No deberíamos comenzar a pensar, ver y analizar los sistemas de transporte desde otro lugar? No deberíamos, de una buena vez, ser conscientes del factor humano? De qué nos sirve tener las mejores carreteras, el mayor avance tecnológico posible... si en la mayor parte del mundo... el ser humano no ha dejado de pensarse como "invencible", sin fallas, sin responsabilidades? Realmente cambiaremos algo si seguimos apostando a los factores incorrecto cuando intervenimos?

Cuando postulo que debemos cambiar el modo de abordar las cuestiones viales, quiero dejar en claro que, el ser humano debe ser incluido en el centro de la escena (aún cuando estemos pensando en el diseño de las vías o la implementación de programas viales) ser incluido en los proyectos de diseño de carreteras, en el diseño de travesías urbanas, en la consideración del medio ambiente y hasta en el diseño de los automóviles. Ustedes dirán, bueno, eso ya lo hacemos. Permitanme disentir con ustedes!

Empezaré aclarando que, lejos de pensar un tránsito accesible e inclusivo para todos, nuestro tránsito fue diseñado para hombres en edad productiva y sin impedimentos psicofísicos, ésto plantea el primer gran problema, al momento de diseñar estrategias de mejoramiento vial. Nunca podremos mejorar, realmente el tránsito si no pensamos, seriamente, en todos los actores que intervienen diariamente.

Pensarnos como usuarios diferentes que compartimos el espacio público, implica tener una mirada diferente, inclusiva, una mirada que considere a todos aquellos usuarios que también tienen el derecho de transitar seguros.

Estos usuarios relegados en las políticas viales son las mujeres, principalmente, aquellas que son madres, que deben transportarse y transportar sus hijos. Los ancianos, las personas que presentan alguna limitación física o psicológica, hasta aquellos hombres que conforman una familia monoparental.

La distribución de la arquitectura urbana actual, no considera a estos usuarios. Se planifican grandes zonas comerciales o bancarias, concentradas en determinados puntos de la ciudad, alejándose, cada vez, de aquellas urbanizaciones residenciales nuevas que se crean para satisfacer las necesidades habitacionales de las poblaciones que van creciendo producto de las necesidades humanas actuales. La necesidad de acceso a la salud, la educación y hasta la falta de trabajo en medios rurales, han provocado una migración masiva hacia los centros urbanos, modificando la realidad que vivimos, en comparación a las que existían hace 10 años atrás.

Los ciudades han crecido, tan rápidamente, que no fueron considerados, en las planificaciones locales, éstos usuarios, lo cual genera que las dificultades sean cada vez mayores. Estas concentraciones mal distribuidas hacen que los grupos familiares tengan que recorrer trayectos cada vez más largos, en tanto, si deben trabajar y ubicar a sus niños en guarderías o hacer sus compras diarias en lugares alejados a su vivienda, el recorrido, el tiempo de traslado y el gasto que implica todo ello, sea mayor. Lejos de ser algo práctico, en el día a día, se convierten en trayectos tediosos que generan el aumento de sensaciones de tensión y malestar interno. Posibilitando ello, la aparición de situaciones de estrés que afectarán al ser humano en su totalidad. Se vuelve la conducción, no un acto placentero sino una situación negativa que afectará la salud mental de la población.

Otras situaciones igualmente negativas son vivenciadas por aquellas personas que deben combinar varios medios de transporte público. Latinoamérica se caracteriza por tener limitaciones en éstos medios de transportes, en tanto, la calidad de los mismo, es deficiente. El estado de los micros, subtes, etc. no es la adecuada, la frecuencia y la limpieza de los mismos es deficiente, haciendo que el usuario no las vivencie como algo positivo, muy por el contrario, suele padecerlos, puesto que, debe usarlos diariamente porque no tiene otras opciones posibles. En los casos donde puede optar por otro medio de transporte, elegirá aquel que genere menos gastos y, es allí, donde aparece la motocicleta.

La motocicleta se ha vuelto el medio de transporte elegido por los grupos sociales con menos poder adquisitivo, posicionándose como el favorito para el traslado de familias enteras, siendo frecuente ver más de 3  personas trasladándose en una moto, muchas veces, sin cascos y con niños pequeños, colocándolos en una situación de riesgo permanente, vulnerándose así su derecho a la salud e integridad psicofísica.

Ahora bien, la culpa es total y plenamente de los padres o desde el estado se propician estas acciones, en tanto, no damos alternativas posibles a los ciudadanos? Aquí debemos analizar si las culpas no son compartidas. Un estado que desoye las necesidades de traslado de su pueblo, es un estado que no apuesta al desarrollo urbano sostenible, presestinandolos a la pobreza eterna.

Podríamos seguir hablando de las necesidades y dificultades que vivencian cada uno de los grupos vulnerables en el tránsito y la situación sería cada vez más y más negra, sin embargo, la idea de éste artículo no es generar sólo malestar a quien lee, sino que, por el contrario, busca abrir un espacio de reflexión que nos permita pensarnos desde otro lugar, posibilitar analizar nuestra situación actual, desde otra perspectiva,  una perspectiva más humana e inclusiva.

Si nos pensamos humanos, los cambios serán reales y posibles. Debemos dejar de culpar a las vías y los vehículos, debemos comenzar a hacernos responsables de nuestras acciones y omisiones en este gran problema que implica la inseguridad vial.

Debemos comprometernos e iniciar un real cambio, el cual será posible, si nos colocamos en el centro de la escena, dejando ese lugar de queja permanente y nos volvemos actores activos en este proceso de cambio social que implica la planificación vial desde una perspectiva humana.

Fotos obtenidas en el departamento Huila (Colombia). Médio de transporte público interurbano. 
Utilizado por la población para viajar desde Pitalito a San José de Isnos.

Comentarios


  1. Excelente artículo Araceli, tu tarea es súper importante porque lo académico no puede seguir estando disociado de los desafíos sociales contemporáneos. Necesitamos un cambio de paradigma cultural que pueda propulsarse desde nuestras disciplinas. Saludos y felicitaciones! Diego Bibian.

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